Musée du Louvre, París. 2014. |
Copias de mármol que derivan de originales de bronce a menudo desaparecidos, composiciones mitad modernas mitad antiguas, estatuas fragmentarias cuyo significado se nos escapa, simulacros de pintura apenas reconocibles no son más que algunas de las barreras que impiden el estudio de las obras "clásicas" de las que ya no se sabe si son griegas o romanas, autenticas o restauradas, profanas o sagradas. Por ello, el poder contemplar las esculturas procedentes de decorados arquitectónicos es algo que no tiene precio, al no haber un "filtro" que pueda enturbiar la mirada.
Ese es el caso de los cinco fragmentos decorativos del Partenón que se conservan en el Louvre. Bajo la dirección de Fidias, el decorado de este prestigioso monumento alcanzó la cima de la elegancia y el virtuosismo, su construcción atrajo a los mejores constructores del mundo griego. Aunque hay que recordar que nunca fue un templo propiamente dicho, sino que albergaba el tesoro de la ciudad así como la preciosa estatua criselefantina (de oro y marfil) también de Fidias.
Las "Ergastinas" (en griego las "obreras") es el nombre con el que han pasado a la posteridad las jóvenes cinceladas en mármol del friso continuo que iba debajo de la columnata del Partenón. Su tarea era de la más alta importancia, ya que debían tejer el peplos (manto) sagrado que los atenienses ofrecían a la diosa protectora de la Acrópolis. El fragmento del Louvre muestra a seis de esas jóvenes desfilando en una procesión musical cuya fluidez viene interrumpida por dos sacerdotes, de ellos uno lleva la cesta con el cuchillo de los sacrificios.
Por otra parte el programa decorativo contenía todos los episodios mitológicos o religiosos que tuvieran relación con la historia de Atenas, es evidente que Fidias lo concibió en clave política. Los frontones cuentan el nacimiento milagroso de Atenea y su lucha con Poseidón para poseer Ática; y, en el friso dórico, aparecen: el combate de los dioses y los gigantes; la victoria de los griegos sobre las "bárbaras" amazonas; el nacimiento de Erectonio, el fundador de la ciudad; la toma de Troya y, por último una centauromaquia. La metopa conservada en el Louvre representa a un centauro intentando raptar a una mujer lapitas, cruenta lucha que aquí tiene el aspecto de un gracioso paso de baile.
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