miércoles, 12 de agosto de 2015

VERMEER, La Joven de la Perla, 1665

Mauritshuis, La Haya. 2015.
En los últimos veinte años esta pintura se ha convertido en el icono del Mauritshuis. Esta reciente evolución es resultado del aumento de la popularidad de Vermeer, así como de la novela y película basadas en este cuadro. Vermeer era un pintor relativamente desconocido hasta su "redescubrimiento" por críticos franceses en el siglo XIX. Esta pintura se subastó en La Haya en el año 1881, donde sólo fue reconocida por el influyente asesor de arte Victor de Stuers y el coleccionista Arnoldus des Tombe. Ellos llegaron al acuerdo de no competir entre si mismos y de esta manera Des Tombe fue capaz de comprarlo por el increíble bajo precio de dos florines. Una vez que el cuadro se limpió, se hizo evidente que se trataba  de una gran obra de Vermeer y el coleccionista la prestó al Mauritshuis. Con el desconocimiento del museo, Des Tombe especifico en su testamento que la pintura pasase a ser propiedad del mismo, es por ello que ha sido parte de la colección desde 1903. 
Durante la renovación y expansión del Mauritshuis (2012-14), el cuadro ha viajado por todo el mundo, visitando Tokio, Kobe, San Francisco, Atlanta, Nueva York y Bolonia. En todos los sitios a los que va esta "chica" causa una enorme sensación. A menudo resulta difícil de explicar porque este cuadro tiene ese atractivo universal. Es obvio que la chica es hermosa y que esta sublimemente pintada con unos colores en perfecta armonía. Esta dispuesta contra un fondo oscuro que parece empujarla fuera de su plano pictórico, trayendola así a nuestro espacio. Este cuadro nunca tuvo la intención de ser un retrato específico de alguien - sabemos esto porque el exótico vestido que lleva puesto no era usado en la Holanda del siglo XVII -  pero si una figura intemporal de la historia. Una pequeña mancha en la esquina derecha de su boca indica que acababa de humedecerse los labios, y su boca esta abierta como si estuviese hablando. Sin embargo, ella guarda silencio y presenta un misterioso aire que nunca deja de intrigar. En efecto, Vermeer nos dejo esto para que ella ocupase nuestro pensamiento. 







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