Rijksmuseum, Ámsterdam. 2015. |
Una joven con las mangas arremangadas ha centrado toda su atención en verter leche en un tarro de barro cocido. Mientras mira hacia abajo, usa la mano izquierda para sujetar la pesada jarra, inclinándola para que brote un fino chorro de líquido. Vermeer manipula sutilmente los efectos de luz en este interior de una casa amueblada de forma austera La pieza de cristal que falta de uno de los paneles de cristal emplomado de la ventana contribuye a atraer nuestra atención al refinado juego de luces, al igual que las pequeñas irregularidades de las paredes desnudas de la cocina. Por encima de la cabeza de la lechera, la proyección de un clavo arroja una corta sombra sobre la pared y un pequeño desperfecto ligeramente a la derecha indica el punto en el que otro clavo ha dejado un agujero. Estos detalles triviales funcionan para darle a la luz una presencia casi tangible.
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